Mi padre optó por irse, mi abuelo se quedó hasta el final de sus días conmigo
Una de las realidades más tristes es que muchos padres abandonan a sus familias, incluso cuando sus hijos aún están pequeños. Por lo tanto, dejan a las madres con toda la responsabilidad de encargarse de los gastos y de la crianza de sus retoños.
Por fortuna, varias de esas familias cuentan con un gran apoyo en esos momentos, pues tienen a un abuelo que hace todo lo posible para sanar sus corazones y hacerles sentir que jamás les faltará nada.
En este artículo decidimos dedicarles unas palabras a ellos. Sin duda alguna, su labor puede ser catalogada como una de las más hermosas del mundo.
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Mi abuelo, ese maravilloso ser que iluminó mi vida
Cuando yo tenía tan solo unos pocos meses de haber llegado a este mundo, mi padre salió de casa y nunca más regresó. Quería vivir otra realidad y no estaba dispuesto a asumir la responsabilidad de luchar por sacar a la familia adelante.
Mi madre quedó a cargo de mis hermanos, de todas las responsabilidades de la casa, de las obligaciones económicas y de mí. Por tal razón, no tuvo más remedio que tratar de multiplicarse para entregarnos lo mejor.
Pero a pesar de todos sus esfuerzos, la situación fue muy compleja. También tenía que atender sus labores profesionales y el tiempo muchas veces no le alcanzaba.
No obstante, tuvimos un ángel de la guarda que llegó a mejorarlo todo. Se trata de mi abuelo, quien apenas se enteró de la situación, se animó a ser nuestra figura paterna sin esperar nada a cambio.
Tenía claro que alguien tenía que ayudarle a mi madre a transmitirnos lo que era bueno y lo que era malo. Además, a leernos cuentos, corregirnos cuestiones académicas y enseñarnos a montar bicicleta en los instantes en que ella estuviera ocupada.
También sabía que él era la persona ideal para afrontar esas tareas. Pues tuvo un amor incondicional por nosotros desde el primer momento en el que nos vio.
Fue así como en ningún momento nos faltó nada; incluso ni siquiera la presencia de nuestro padre. Mi abuelo nos enseñó los valores más importantes que hay que tener en esta vida.
Nos ofreció su hombro cada vez que necesitamos consuelo y nos llenó de mil besos inesperados. Su gran objetivo siempre fue hacernos sentir amados y llenos de bienestar.
A él le debo todo
Mi abuelo, o mejor dicho, mi papá, tuvo el poder de recargarme de la motivación que necesitaba día a día. De ese modo, jamás me dejó caer a ningún precipicio y me convenció de que lograría que todos mis sueños se hicieran realidad.
Además, me dejó claro que irradiar amor es la clave perfecta para alcanzar la plenitud. Hoy en día puedo decir que vivo feliz gracias a él y a mi madre.
Por ellos es que soy noble, humilde y empático. No me queda más que agradecerle a mi abuelo por formarme como ser humano y enseñarme el verdadero significado del amor incondicional.
Así mismo, decirle que aunque ya no esté en este plano terrenal junto a mí, su legado perdurará para siempre. Guardo cada una de sus enseñanzas en lo más profundo de mi corazón y me refugio en ellas siempre que lo necesito.
Mil gracias, abuelo. Tú permitiste que mi alma pudiera iluminarse y estoy seguro de que ahora estás causando el mismo impacto en los seres que están junto a ti en el cielo.
La importancia de los abuelos
Los abuelos son indispensables en la vida de los nietos desde el primer instante en el que interactúan. Son unos de los seres que más se alegran con su llegada y se dedican a hacerlo todo para garantizar su bienestar.
Se convierten en un gran apoyo emocional. Siempre están dispuestos a escucharlos, transmitirles palabras de amor y hacerles saber lo importantes que son.
Además, los preparan de la mejor manera para la vida. Les enseñan valores imprescindibles, les dan las mejores recomendaciones para evitar cualquier peligro y los convencen de que tienen las capacidades para lograr todo lo que se propongan.
Por otra parte, cumplen la misión de ser unos de sus grandes confidentes. Guardan sus secretos y les proporcionan los mejores consejos para evitar que sus corazones no se llenen de desilusiones.
Es una realidad que la vida al lado de los abuelos es mucho más feliz. Aportan diversión, ejemplo, confianza y un cariño irrompible.
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